Una Medicina de Paz

El derecho a estar informado y a elegir con conocimiento de causa su propio camino de vida

Una medicina de paz

Mis padres me han enseñado, desde pequeño, el profundo respeto por cada ser viviente. Ya sea que se trate de una persona, un animal hasta incluso de un caracolito al cual llevaba al otro lado de la calle para que no fuera aplastado por un auto, como así también el respeto por las plantas, los árboles, el agua y el equilibrio de la naturaleza. Toda vida merecía atención y respeto. En particular, he podido aprender el respeto de los modos y culturas de otras personas. Desde siempre recibíamos gente en casa que venía de todo el mundo, con hábitos y creencias diferentes (yo nací en Canadá…). Todas las religiones del mundo eran dignas de respeto, incluso si no se compartía la misma creencia. De hecho, nosotros como familia suiza-alemana (de origen protestante), fuimos a vivir a la Suiza italiana, a una aldea muy cerrada y fuertemente católica. Desde siempre, mi mamá me ha enseñado que aunque nosotros no seguíamos su culto, eran ellos quienes, en primer lugar, debían ser respetados y que nosotros debíamos adecuarnos a sus hábitos culturales por educación y respeto al hecho que esta aldea era su casa.

Con el tiempo, he integrado profundamente este sentido de equidad y justicia universal, donde todos los seres vivientes debieran tener el derecho a existir y a gozar de la vida. Desde siempre me angustia el hecho de saber que personas y animales son tratados mal, denigrados, torturados, dejados morir de hambre a pesar de que hay bastante alimento, espacio y naturaleza en la cual todos podríamos convivir pacíficamente.

Con la mayoría de edad, sentí la necesidad de ser congruente con este sentimiento profundo que llevaba dentro. Fue así que rechacé prestar servicio militar (que en Suiza me costó 4 meses de cárcel), luché contra las centrales nucleares, contra la tortura y el abuso de poder del estado, me comprometí fuertemente a favor de los derechos humanos. Para sostener a las personas, ya en aquellos años, comencé a ponerme en una posición de ayuda, aprendiendo diversas técnicas de masaje, shiatsu, manipulación vertebral suave. Me acerqué a las diferentes medicinas “alternativas” o “naturales”, experimentando diversas prácticas nutricionales, ayunos, etc., creyendo, en aquella época, que la “purificación” del cuerpo fuera indispensable para gozar de buena salud. Sin embargo, continuamente veía gente que vivía y estaba bien a pesar de que comía, bebía y fumaba de todo; mientras otros, adeptos al precepto “mente sana en cuerpo sano”, a menudo vivían mal, aprensivos y, a veces, hasta con patologías graves. Por un lado, sentía una gran confusión e incongruencia con todo aquello que nos dicen, tanto en medicina occidental-reduccionista como en las diversas medicinas y terapias no convencionales o naturales. Por otro lado, sentía, ya sea dentro de mí como también en las personas que me pedían ayuda, un fuerte miedo a equivocarnos, de hacer cualquier cosa que no fuera “justa” para nuestra salud o, peor aún, de “contagiarnos” y así entonces enfermarnos y morirnos.

Un día (casi 30 años atrás) una cliente me trajo un librito: “La génesis del cáncer”, escrito por el Dr. Hamer y me dice: “Estoy segura que te interesará!”. Ciertamente, lo habría metido sobre la pila de otros libros a leer “cuando tenga tiempo…”, si no fuese que la siguiente cliente que venía por primera vez, por “casualidad”, me dijera: “Me trato con Hamer”…! La misma noche, leí ese librito y sentí una fuerte conmoción, como si mi angustia de años de búsqueda del bienestar de las personas, encontrase alivio… En esa época, no sabía cuán grande sería este cambio de paradigma, pero sentía intuitivamente que estos descubrimientos aportaban una apertura, una brecha de paz en la dura pared rocosa de la “lucha contra la enfermedad”.

Hoy, después de casi 30 años de estudio, verificación personal, consultas y docencia sobre las 5 Leyes Biológicas (5LB), puedo afirmar con certeza que estos conocimientos están a la base de una nueva época, no solo en cuanto reguarda estrictamente al saber médico sino también por nuestras elecciones personales, espirituales y sociales. De hecho, conociendo profundamente las 5LB, podemos observar, con máxima precisión que aunque si podría ser “mente sana en cuerpo sano”, el paradigma fundamental, en realidad, es “cuerpo sano en emoción sana”.

El conocimiento preciso de la etiología (origen) de los procesos del cuerpo (que a veces resultan “útiles”, a veces “patológicos” y que comúnmente llamamos “enfermedades”), nos permite observar cómo estos procesos son la precisa respuesta a una experiencia emotiva, única para cada individuo.

Este conocimiento nos impone una nueva y gran responsabilidad! De hecho, si sabemos que cada vez que nos enfrentamos con una persona a nivel personal, público, durante una consulta o una revisación médica, podemos producir en el otro situaciones emocionales y que, según su propia experiencia, podrán generar biológica e inmediatamente, una respuesta tanto orgánica como comportamental, entonces, en el respeto absoluto de cada ser viviente, ya no podremos permitirnos actuar con ligereza y/o presunción! 

Cada uno de nuestros actos, cada una de nuestras comunicaciones, debe ser valorada en su capacidad de aportar paz y tranquilidad a la otra persona. Por lo tanto, nuestro apoyo a la persona que está en dificultad deberá ser eficaz y enfocado en dos niveles diferentes: el nivel orgánico con sus urgencias objetivas y el nivel emoziona con sus urgencias subjetivas. Sostener a una persona en dificultad se convierte en un asunto de extrema delicadeza porque, por un lado tenemos la parte fácilmente visible (catalogable) de la situación orgánica y de la valoración de la real urgencia clínica; por el otro tenemos el modo de acercarnos a este inmenso e íntimo mundo emotivo de la persona que tenemos de frente.

Conociendo las exactas correspondencias entre emoción – área cerebral – tejido involucrado dirigido por un área cerebral en particular, sabemos cuánto es esencial permitirle a la persona sentirse comprendida y en empatía (compliance) con el operador de la salud al cual ha pedido ayuda. Porque sabemos, exactamente, cuantas nuevas activaciones (nuevos procesos orgánicos) la persona puede poner en marcha debido al miedo, angustia de deber luchar por su propia existencia, no tener salida, etc. y cómo éstas son, casi siempre, situaciones adicionales (iatrogénicas) que producen peligrosas complicaciones.

Qué decir, entonces, de un Colegio de médicos que, todavía hoy, obliga a sus propios miembros a actuar como autómatas, obligándolos a aplicar protocolos preestablecidos, pretendiendo que sean “científicos”? (Ve aquí el importante capítulo sobre la epistemología que estudia los fundamentos, la validez y los límites del conocimiento científico). Qué decir de este organismo que impide al médico singular la libertad y la facultad de actuar en ciencia y conciencia por el bien de cada paciente en particolar y donde solo el interés por este nuevo saber médico-científico de las 5LB les viene prohibido, con la pena de expulsión?​​​​​​​

Qué decir, entonces, del periodismo populista (ver nota abajo) y aterrador, obtusamente parcial (por ignorancia o por intereses ocultos…), que trata a las personas como si fueran una masa de tontos? Desconsiderando la enorme literatura mundial y las comunidades científicas internacionales (que ponen claramente en evidencia la precariedad y los grandes límites de la intervención oficialmente considerada “científica” en medicina), acusan a cualquiera que no siga el “protocolo oficial” de estúpido, ingenuo o peor aún, alejado del “camino recto” por un médico cualquiera u operador de la salud que, por el solo hecho de no promover el protocolo oficial, obviamente es considerado como un “charlatán”…?

Nota: puede llamarse populista al comportamiento de astutos personajes, sobre todo políticos y periodistas, que gozan de una gran habilidad del uso de las palabras sin que les falte una gran dosis de astucia y que utilizan para obtener ventajas y poder (audiencia), diciendo que defienden los derechos de los más débiles pero, en realidad, utilizan palabras que fomentan odio y miedo entre la población (un triste ejemplo es la última transmisión de Rai3: “Pressa diretta” del 16 de enero de 2017… cuya entrevista integral se encuentra en la sección “Videos”).

Por respeto a cada persona, por respeto a los derechos humanos universales, pedimos para cada persona singular, para cada paciente singular, para cada médico singular u operador de la salud, el derecho de ser correcta y completamente informado y el derecho de elegir en acuerdo, con conocimiento de causa, en paz y junto al propio médico u operador de la salud, el propio programa de tratamiento y bienestar. Promovemos una única medicina, científica, verificable, respetuosa de la personal singular involucrada, respetuosa de su íntimo y delicado mundo perceptivo y de sus particulares creencias y expectativas:

Un derecho universal: una medicina de paz

Mark Ulrich Pfister